Las alarmas ante una cada vez más probable crisis económica se suceden en la Unión Europea.
El contexto, inimaginable hasta hace sólo tres años, difícilmente puede ser peor: Situación de pandemia que afectó abruptamente de forma muy grave a la economía mundial, cuyas consecuencias negativas todavía son palpables y duraderas; crisis en el suministro y distribución de materiales esenciales para la marcha del proceso productivo global; inflación desbocada (como hacía décadas que no se registraba) en las economías desarrolladas; subida de los tipos de interés; situación bélica instigada por Rusia a las puertas de la UE y de la OTAN, que ha provocado el encarecimiento y posible desabastecimiento de gas en Europa a las puertas de la llegada del invierno además de una escalada en el precio del petróleo.
Algunos análisis de la situación actual se nos antojan alarmantes, pero no por ello alejados de la realidad.
Es el propio BCE quien alerta de un otoño «casi apocalíptico» si Rusia decide cortar el gas. Las economías del euro no solo experimentarían un severo recorte de su crecimiento este año sino que, en conjunto, entrarían en recesión en 2023, con una caída estimada del 1,7%. Ante esta situación, la máxima autoridad monetaria en la Unión está empezando a avisar de que algunos países tendrán que realizar ajustes si quieren afrontar la crisis con garantías.
Por otro lado la subida de tipos encarecerá las hipotecas y los créditos que ya están en curso, y con ello llegará la cara más amarga tras varios años de tipos de interés negativos: más impagos y un repunte de la morosidad, según coinciden varias fuentes financieras.
Con la inflación por las nubes, si encima se encarece el precio del dinero, a muchas familias y empresas les costará llegar a final de mes. La realidad económica está dejando atrás todas las previsiones de los bancos, que a finales de 2021 hablaban de la inflación como algo coyuntural.
Por su parte la banca privada, que prevé un frenazo del crédito a final de año, se prepara para un repunte de los impagos vendiendo carteras de morosos. Las entidades tienen el volumen de morosidad más bajo desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, y ahora temen un incremento de los impagos por parte de los morosos.
Según Ernest & Young la tasa de impagos aumentará en España este año por encima de la eurozona y la tasa de morosidad prevista será del 4,6% y 4,5% en 2022 y 2023. La forma en la que una compañía gestione los pagos atrasados de su actividad y las peticiones de ampliación en el abono de facturas son clave para evitar que una deuda puntual acabe siendo una deuda constante para la empresa.
Atendido todo lo expuesto y coincidiendo con el inicio del curso 2022/23, debemos insistir una vez más -dada nuestra vocación de servicio para con los clientes- en la necesidad de externalizar el recobro de sus deudas mediante la contratación -sin demora- de los servicios de recuperación de impagados.
RECOA COLLECTION está integrada por profesionales especializados en la negociación amistosa y mediación, formados y apasionados en asegurar la eficacia del cobro de los impagados de sus clientes en España, Francia y a nivel internacional, contando además con un servicio jurídico compuesto por abogados especialistas en la recuperación de créditos.